J. I. González Faus. Quizá puede ayudarnos ahora una reflexión sobre el coronavirus desde el libro de Job, uno de los textos más impresionantes de la historia de la humanidad. Retomo para ello un antiguo texto:
El libro de Job es una especie de discusión sobre Dios: Job sostiene que sus dolores son inmerecidos e injustos y, por tanto, o no son un castigo de Dios o es que Dios es injusto. Pero, tras vindicar eso, Job no sabe qué hacer ni cómo explicar su sufrimiento.
Sus amigos, en cambio, carentes de toda experiencia espiritual (de todo “conocimiento de Dios” si queremos mantener una expresión muy querida al Nuevo Testamento) y que, sin saberlo, sólo profesan una religión meramente sociológica que les sirve como manto de seguridad, acusan a Job de blasfemo por pensar como piensa, le remiten a todo el misterio incomprensible de la creación y le obligan a reconocerse culpable.
En esta discusión, el drama tiene un momento de inflexión cuando Job se da cuenta de que no sólo su dolor particular es injusto sino que todo este mundo está poblado de dolores y sufrimientos injustos porque es un mundo en el que siempre acaba triunfando la maldad. Veamos este párrafo impresionante: “Los malvados mueven los linderos, roban rebaños y pastores, se llevan el asno del huérfano y toman en prenda el buey de la viuda; echan del camino a los pobres y los miserables tienen que esconderse. Como asnos salvajes madrugan para hacer presa… Arrancaron del pecho al huérfano y toman en prenda al niño del pobre” (24, 2-5.9).
Si en vez del huérfano y la viuda ponemos el parado y el inmigrante, y en lugar del buey y rebaño ponemos la casa o el trabajo recobrarán actualidad esas palabras de Job sobre nuestra historia.
Com sempre que se'm presenta un tema dificil, el poso en coneixament del Dr. Fabré; m'abelleix posar la seva resposta:
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